Noviembre 2014
Continuando la reflexión sinodal...
Queridos diocesanos:
Después de la Asamblea Diocesana y de las Jornadas sacerdotales, enviados ya los temas para continuar nuestra reflexión sinodal, me dirijo a todos vosotros para animaros en el quehacer de las preocupaciones pastorales que tienen como misión anunciar el Evangelio de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Esta misión es una acción específica, que requiere saber esperar aunque esta espera comporte sufrimiento. Son momentos estos que tenemos que vivir con entusiasmo, decisión, entrega, y caridad pastoral, para comunicar algo que llevamos dentro como experiencia vital que ha cambiado nuestras vidas. ¡No nos dejemos ir cómodamente! El encuentro con Jesucristo y su seguimiento han dado sentido a todo en nosotros. Hemos de dejarnos mover por el Espíritu de Dios para hacer conocer su voluntad a todos. ¡Cómo me alegraría poder llegar a todos los diocesanos e involucrarles en este proyecto que es Cristo!
Esto requiere vivir en un mismo Espíritu y con un mismo corazón en el horizonte de las reflexiones, objetivos y metas del Sínodo Diocesano. No se trata de olvidar lo que han sido las orientaciones de nuestros Planes pastorales sino de avivar la reflexión sinodal desde nuestra fe para revitalizar la pastoral diocesana. Considero el Sínodo como una necesidad en nuestro peregrinar, pidiendo no quedar en puras especulaciones y meras expresiones de deseo, sino procurando que la gracia de Dios se haga realidad en nuestra vida cristiana. ¡No sería bueno estar con el freno puesto o con la marcha atrás!
¡Despertémonos de nuestras somnolencias, avivemos nuestra fe y entusiasmo, acercándonos a la realidad con la luz que Cristo nos ofrece! Él es el único programa que hemos de seguir interpretando los signos de los tiempos que nos tocan vivir. Poniéndonos en camino, trabajemos en cada comunidad, en pequeños grupos, equipos, o movimientos. Es una urgencia ineludible. ¡No dejemos pasar el momento! Es un auténtica gracia para la vida diocesana. Hace unos días ha venido a verme un grupo significativo de familias, en representación de otras muchas, ofreciendo su disponibilidad y mostrando su preocupación por el acompañamiento educativo de sus hijos. ¡Prestemos atención a estas inquietudes! ¡No podemos sentirnos ajenos! El futuro será nuestro en la medida en que sepamos vivir nuestra vocación cristiana. ¡Que no se avinagre nuestra esperanza volviéndose vacilante!
Esto implica una espiritualidad fundamentada en la oración como encuentro con Cristo a través de la Palabra de Dios y en la Eucaristía. Sin éstas no hay fecundidad pastoral posible. En esta Iglesia compostelana, yo, como pastor en nombre de Jesucristo, acompañado por el Sr. Obispo Auxiliar, camino con vosotros, pidiendo que el Señor nos colme de bendiciones.
Os saluda con afecto,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela