Día del Corpus Christi

"Yo soy el pan de vida...” (Jn 6,35)


Queridos diocesanos:

El Día del Corpus Christi es celebración de la presencia real y verdadera de Cristo en la Eucaristía, que prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo. Es agradecimiento humilde y generoso ante esta presencia insospechada que "hace proezas con su brazo y dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos” (Lc 1, 51-53).

Celebrar, adorar, contemplar la Eucaristía

Se nos invita a celebrar, adorar y contemplar sosegada y devotamente la Eucaristía, "Cuerpo entregado por nosotros y Sangre derramada para el perdón de los pecados”. Así descubriremos la llamada a abrirnos a los demás en una sociedad marcada por el egoísmo, las tensiones, los enfrentamientos, y la violencia, asumiendo el compromiso de ser solidarios con los pobres, los que sufren, los pequeños y los marginados. Lo que acredita al cristiano es el reconocimiento de Cristo en el rostro de los hermanos, abriendo el corazón para salir al encuentro de cada pobreza. "No seríamos discípulos de Jesús, ni la Iglesia podría presentarse como su Iglesia, si no reconociéramos en el ejercicio y en el servicio de la caridad la norma suprema de nuestra vida”[1].

La Eucaristía es misterio de luz que ilumina los pasos de los creyentes hacia las profundidades de la vida divina para poder decir al Señor como los discípulos de Emaús: "Quédate con nosotros”. "Es comunión fraterna, cultivada por una espiritualidad de comunión que nos mueve a sentimientos recíprocos de apertura, afecto, comprensión y perdón”[2], siendo también "proyecto de solidaridad para toda la humanidad”[3]. Estamos llamados a construir una sociedad más equitativa y fraterna.  Para esto la Eucaristía ilumina nuestro proceder en el servicio al bien común y en la contribución que los cristianos debemos hacer a la vida social y política, pidiéndonos una renovación real en nuestro comportamiento que ha de significarse por la honradez, la rectitud moral, la justicia y la solidaridad. Sólo "el misterio de la Eucaristía nos capacita e impulsa a un trabajo audaz en las estructuras de este mundo para llevarles aquel tipo de relaciones nuevas, que tienen su fuente inagotable en el don de Dios”[4].

Somos menesterosos no sólo de pan sino de verdad, de justicia, de libertad, y de amor. Necesitamos los valores y las certezas de Cristo que garantizan la realización plena del hombre. El vacío que siente nuestro corazón, sólo Dios puede llenarlo. En la sociedad de hoy, en la que damos la impresión de andar distraídos en medio de tanto desconcierto, muchas personas buscan inconscientemente a Dios aunque tengan bienes materiales suficientes y estén alcanzando éxitos profesionales. Hay que recordar las palabras de Jesús: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). Además del pan material necesitamos otro pan para vivir dando sentido a nuestra vida. Es un pan que viene del cielo (cf. Jn 6,41); un pan que es Cristo mismo, que se nos entrega: "Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí no tendrá sed jamás” (Jn 6,35).

 Día de la Caridad

"Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor... Este es mi mandamiento que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15,9.12). En Cristo encontramos la fuerza para cambiar nuestra vida y la sociedad. La Eucaristía, de hecho, es el "gran motor de la vida cristiana: es aliento para rehacer el tejido cristiano de la sociedad y para educar a la 'vida buena del Evangelio'; es punto de partida para la augurada nueva evangelización, capaz de llenar de contenidos evangélicos el estilo de los comportamientos, la cultura que nos rodea y toda la vida”. El milagro se realizará si sabemos compartir y ser solidarios, ofreciendo los panes y peces que llevamos cada uno de nosotros. Es posible que nos parezca poco lo que podemos ofrecer ante tantas necesidades espirituales y materiales, pero sin poner eso poco a disposición de los demás el milagro no se va a realizar. Usamos mucho la palabra solidaridad, por otra parte muy valorada, pero tal vez no la ponemos suficientemente en práctica, superando los individualismos, las avideces, la especulación desenfrenada, colocando en el centro a las personas y buscando el bien de todos.

La acción caritativa y social ocupa un lugar significativo en el proceso evangelizador. La caridad es en sí misma evangelizadora en sus diferentes dimensiones porque el amor es un lenguaje que nos habla de Dios, el testimonio personal suscita interrogantes, el compromiso transformador promueve el desarrollo integral, y el acompañamiento ofrece posibilidad de diálogo y primer anuncio.

Agradeciéndoos vuestra colaboración generosa para ayudar a los más necesitados, os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,

 

                                                           + Julián Barrio Barrio,
                                               Arzobispo de Santiago de Compostela



[1] CEE, Orientaciones morales ante la situación actual de España. Instrucción pastoral, 23 de noviembre de 2006, 78.

[2] JUAN PABLO II, Mane nobiscum Domine, 21.

[3] Ibid., 27.

[4] Sacramentum Caritatis, 91.

[5] CEE. Orientacións morais ante a situación actual de España. Instrucción pastoral, 23 de novembro de 2006, 78.

[6] XOÁN PAULO II, Mane nobiscum Domine, 21.

[7] Ibid., 27.

[8] Sacramentum Caritatis, 91.


Last modified: Wednesday, 3 June 2015, 11:24 PM