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  • General

  • 1ª ETAPA: Sal de tu tierra

    §  Texto bíblico               (Gen 12,1-4)

    El Señor dijo a Abrán:

    -«Sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y servirá de bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo».

    Abrán marchó, como le había dicho el Señor.

     

    §  Reflexión

    Hoy inicias la peregrinación a Santiago, símbolo de tu propia vida itinerante. La vocación de Abrán es la de cualquier creyente. Cuando Dios llama, arranca de todas las seguridades precedentes, hace salir de los marcos en los que colocábamos nuestra identidad, quita los puntos de referencia acostumbrados.

    La fe es viaje, travesía interminable. Dios no hace vivir a Abrán en la seguridad sino en la inseguridad. Le quita las seguridades, una después de otra. No lo alimenta de certezas, sino de promesas. No le ofrece conquistas, sino bendiciones. Y la única realidad sólida que le presenta, para apoyar los pies, es un camino que no termina nunca.

    Abrahán aparece, como un nómada, y como un desarraigado.

    Sin embargo, existen creyentes para los que tener fe significa “estar instalado”, en el sentido del sedentarismo. Para otros, tener fe es levantar un puente levadizo, y se “enrocan”, asustados y rabiosos, en la posesión definitiva, intocable. Y hay otros que interpretan la aventura de la fe como un “protegerse”, más que como un arriesgarse. Olvidan que el Señor ha quitado a Abrán precisamente todas las protecciones externas.

    ¿Cómo es tu fe? ¿Estás dispuesto a arriesgar en este viaje que inicias y dejarte sorprender por el Señor?

     

    §  Oración

    En tierra extraña peregrinos

    con esperanza caminamos,

    que, si arduos son nuestros caminos,

    sabemos bien a dónde vamos.

    En el desierto un alto hacemos,

    es el Señor quien nos convida,

    aquí comemos y bebemos

    el pan y el vino de la Vida.

    Para el camino se nos queda

    entre las manos, guiadora,

    la cruz, bordón, que es la vereda

    y es la bandera triunfadora.

    Entre el dolor y la alegría,

    con Cristo avanza en su andadura

    un hombre, un pobre que confía

    y busca la ciudad futura. Amén.



    • 2ª ETAPA: Alza tus ojos y cuenta las estrellas

      §  Texto bíblico               (Gen 15,5-8.18)

      En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas si puedes». Y añadió: «Así será tu descendencia». Abrán creyó al Señor y se le apuntó en su haber. El Señor le dijo: «Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los Caldeos para darte en posesión esta tierra». Él replicó: «Señor, ¿cómo sabré que voy a poseerla?». El Señor dijo a Abrán: «A tus descendientes daré esta tierra».

       

      §  Reflexión

      El Señor llama afuera a Abrán y lo invita a levantar los ojos en dirección al cielo. «Cuenta las estrellas, si puedes... Así será tu descendencia». Abrán todavía no tiene nada en la mano, a pesar del largo camino recorrido. Él es viejo y su mujer Sara estéril. Debería tener un hijo, pero por ahora debe contentarse con un símbolo (el número inmenso de estrellas). «A tus descendientes les daré esta tierra», asegura el Señor. Pero, mientras tanto, continúa siendo un nómada, extranjero en la tierra que pisa. Cada mañana se ve obligado a enrollar la tienda y a caminar.

      Esta postura tiene un nombre preciso: fe. La fe, si es auténtica, ha de atravesar el áspero terreno de la prueba. Como Abrán, muchas veces has de caminar a oscuras, contentándote con lanzar una mirada hacia el cielo estrellado. Es la fe como riesgo.

      La fe como riesgo consiste en caminar al ritmo de la extraña, contradictoria, imprevisible geografía de Dios, seguir itinerarios desconcertantes, explorar territorios desconocidos, sin otro equipaje que una palabra que te obliga a viajar a oscuras impidiéndote sacar de los bolsillos de la experiencia las lámparas de una sabiduría excesivamente humana.

      ¿Cómo es tu mirada en la vida, sólo ve lo que está delante o es capaz de alzarse hacia el cielo y abrirse a lo trascendente?

       

      §  Oración

      Señor, busco tu rostro: no me escondas tu rostro.

      No me abandones, pues tú eres mi Salvador.

      Dame la certeza de saber

      que, aunque mi padre y mi madre me abandonaran,

      tú siempre estarás fiel a mi lado.

       

      Señor, enséñame tu camino,

      guíame por la senda llana.

      Yo espero gozar siempre de tu compañía.

      Yo quiero gozar siempre de tu Vida en mi vida.

       

      Espero en ti, Señor: dame un corazón

      valiente y animoso para seguirte.

      Tú que eres luz para mi camino

      y el Salvador en quien yo confío.


      • 3ª ETAPA: Atrévete a soñar

      • 4ª ETAPA: «Aquí estoy, Señor»

      • 5ª ETAPA: ¡Qué duro es el camino!

      • 6ª ETAPA: El peregrino y la tienda

      • 7ª ETAPA: Dios te habla al corazón

      • 8ª ETAPA: ¡Conviértete a la gratitud!

      • 9 ª ETAPA: ¡Ama la vida!

      • 10 ª ETAPA: Hospitalarios de Dios y del prójimo

      • 11 ª ETAPA: Encontrarse con Dios en el silencio

      • 12ª ETAPA: El peregrino de manos vacías

      • 13 ª ETAPA: El corazón inquieto

      • 14ª ETAPA: ¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas

      • 15 ª ETAPA: La mirada contemplativa

      • 16ª ETAPA: Por los caminos de Dios

      • 17ª ETAPA: Escucha la llamada

      • 18ª ETAPA: El gozo de ser discípulo de Jesús

      • 19ª ETAPA: La fe puede surgir donde menos se espera

      • 20ª ETAPA: Dios guarda tu camino

      • 21ª ETAPA: Alimentados con el pan de la Vida