Novelado
16º Rodrigo
A pesar de que en
cierto sentido no podíamos ser más distintos, de niños los dos
hermanos varones siempre estuvimos muy unidos. En realidad, Rodrigo
tenía pasión por mí. Él era serio, tímido, callado. Le era más
sencillo quedar en casa leyendo un libro, que salir y encontrarse con
gente. No parecía importarle nada el que yo fuese el favorito de
mamá, y de que le robase las alabanzas de la gente. Solían terminar
diciéndole: - Rodrigo también es un niño muy bueno. Me llevaba a
todas partes, e íbamos al colegio cogidos de la mano. Después,
cuando crecimos, las cosas empezaron a cambiar, porque teníamos
gustos distintos. Mis ratos libres prefería alternar, salir con los
amigos. Él leía, o salía a navegar por la ría, o jugar al tenis.
A veces lo acompañaba. Para él era muy importante cumplir con lo
que esperaba papá, yo en cambio fui un adolescente más
contestatario. Cuando se marchó a la Escuela Naval, las cosas ya
fueron diferentes, no por él, sino porque cuando venía me
encontraba cada vez más cambiado.
Caminar me está haciendo pensar sobre todas estas cosas... Me doy cuenta de que no lo puedo culpar de nada. Si me ha aislado de la familia, si me ha vuelto la espalda, en el fondo no creo que sea porque ya no me quiera, sino al revés, es por su exceso de amor y su debilidad. Porque no puede soportar el verme así, aceptar en lo que me he convertido. Ahora yo también me pregunto si soy realmente esto: un yonqui, un delincuente, un asesino. ¿O tengo todavía derecho a cambiar, a volverme a poner de pie, a vivir?