Novelado
22º Una noticia inesperada
Y el nuevo día me
guardaba un nuevo sobresalto. Estaba fregando las tazas del desayuno
cuando se me acercó por detrás Ricardo y me comentó que quería
hablarme. No podía sospechar entonces lo que se traía entre manos.
Habíamos dejado atrás el Manzanal y comenzábamos a atravesar el
valle del Bierzo entre frutales, viñedos y chopos. Ricardo presumía
de terruño: - ¡qué bonito es mi pueblo, qué no se dará aquí!
Pero pronto entró en materia: - Aguilera, tengo que comentarte algo
importante. Quiero que sepas que te hemos incluído en este grupo del
Camino para ponerte a prueba. Voy a proponerte para el tercer grado
en la próxima Junta de Tratamiento.
Sentí que se me aceleraba el corazón, y se me atragantaron las palabras ¡No contaba con aquello! - No te hagas ilusiones por ahora, pero creo que te podrían conceder la suspensión de condena después de unos meses en el CIS. No daba crédito: - No sé qué decir, me coge de sorpresa. - Pero hombre, no te irás a encoger ahora. Has realizado muy bien el programa, tu evolución en este último año ha sido muy buena.
Mi emoción era cada vez mayor: tenía delante de mí el final del túnel, pero a la alegría y el agradecimiento por estas palabras, se sumaba el vértigo de tener, ahora sí, la calle delante de mí, el día después, salir yo sólo al mundo. Habían pasado años, y no quería volver al hoyo.
- ¿Qué te pasa Miguel? ¿Te asusta la salida? Yo creo que es buen momento para dar el paso, para aprovechar tu oportunidad. A partir de ahora tendría la responsabilidad de gobernar mi vida sin tutelas, pero también sin las reglas y apoyos que me habían devuelto el orden. Me causaba también temor el hecho de no encontrar trabajo. De repente el reloj de la vida se aceleraba, y las nubes grises, pesadas y monótonas que cubrían mis días durante todos estos años, comenzaban a deshacerse en el horizonte.