Novelado

4º La tormenta

Desde que caminaba junto a Leo la subida no me parecía tan dura. Hasta el aspecto del cielo no era tan amenazante. En la cima nos unimos a sus amigos. Habían llegado el día anterior en una furgoneta alquilada desde Perugia y era la primera vez que hacían el Camino. Me sorprendí a mí mismo contándoles que estaba haciendo el camino junto a un grupo de presos, como la parte final de la terapia de desintoxicación. No me importó romper el muro de reserva y desconfianza que normalmente me acompañaba. Compartir mi intimidad y abrirme a los otros era lo que más me costaba de los grupos terapéuticos. Ellos repartieron conmigo sus panettone de salami, el queso y las chocolatinas, y me contaron que estudiaban en una escuela de oficios. Nos encontrábamos en lo más alto del camino en un mirador desde donde se dominaba el paisaje sobrecogedor de las laderas de las montañas que bajaban hasta las llanuras lejanas. En aquel momento me sentí muy por encima de mí mismo y de las circunstancias asfixiantes del mundo que me rodeaba. Había dejado a un lado la mochila, y por un instante me pareció que la carga de mi pasado había desaparecido de mis hombros. Sonaban truenos lejanos y a lo lejos resplandecían relámpagos, pero la tormenta era una presencia amigable. Cuando empezamos el descenso comenzó a descargar la lluvia con fuerza, y no me importó en absoluto sentirla bajar por mi piel, refrescándome. Era como si algo en mi interior, muy adentro, se empezase a romper, y aquella lluvia se lo llevara consigo, lavándome, alejando de mí las angustias de la subida, arrastrándolas consigo por los torrentes que rápidamente se estaban formando y se precipitaban por la ladera.


Last modified: Monday, 9 November 2020, 11:20 AM