21º ¿Puede un hombre nacer de nuevo?

Ayer terminé la etapa agitado por estos pensamientos, pero el agotamiento físico consiguió relajarme un poco y esta noche pude dormir mejor. Pensaba en que tenía que aprender a vivir con la culpa, saber administrar lo que ya no tiene remedio, y enfrentar los años que me queden de vida sacándoles el mejor partido posible.

Al poco tiempo de iniciar la etapa me saludó Paco, el capellán, y aproveché para situarme a su lado, y después de una conversación intrascendente, hacerle la pregunta que me estaba consumiendo en ese momento: - ¿Puede un hombre librarse de su pasado? ¿cómo si volviese a empezar a vivir? Paco me respondió – Es curioso, hay un hombre llamado Nicodemo que le hace a Jesús una pregunta parecida, ¿cómo puede un hombre viejo nacer de nuevo? - ¿Y qué le responde? - El que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios - ¿Qué crees que quería decir Jesús con el Reino de Dios? - La experiencia del perdón, de ser perdonados es una necesidad humana. Es como si en el origen de nuestro ser hubiese un acto de amor, y este acto de amor fuese imposible de ser correspondido, pero que precisamente así le diese sentido a toda nuestra vida. Porque la recibimos siempre como un regalo de otro, de ese Otro con mayúsculas que es Dios. - No entiendo, suena muy filosófico - Piensa en una pareja, los dos se quieren, y hay un momento en que entre los dos surge una herida, pongamos que la chica es ofendida gravemente. Parece que el amor está condenado a morir, se ha ensuciado. Pero el chico, descubre que a pesar de su falta es perdonado, que ella le sigue queriendo. ¿Qué pensará el chico? - Se sorprenderá porque ella lo quiere mucho más de lo que pensaba. - Exacto, el amor es siempre como un regalo inmerecido, que no se puede pagar. Él sabe que ella lo ama a pesar de sus fallos, y él también la tendrá que perdonar a ella muchas veces. Aprenderán a aceptarse en su pobreza, no como un ideal, sino como dos personas de carne y hueso. El perdón no es el final del amor, no lo hace imperfecto. Al contrario, lo hace más auténtico, más profundo, más hermoso. Recuerdo un cartel con la Cruz y estas palabras: “El perdón es la expresión máxima del amor.” Un amigo mío lo decía de una forma muy simpática: - discutir con la novia está muy bien, porque después viene la reconciliación… Los dos reímos de buena gana.